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19 de agosto de 2022

‘Minicerebros’ con casco podrían aclarar el origen de muchos trastornos mentales



Redacción Digital/tekcrispy.com


El cerebro humano es el punto de partida de todos los trastornos mentales que conocemos. Desde los casos más comunes de depresión y ansiedad, al déficit de atención (TDAH) o el trastorno bipolar. Pero para la neurociencia es muy difícil estudiar qué pasa dentro de nuestra cabeza.




Justo por eso, un grupo de ingenieros químicos optó por crear “minicerebros” completamente funcionales para analizar ciertos trastornos mentales. De tal manera que no haga falta abrirle la cabeza a alguien en un laboratorio.

Y cuando hablamos de “completamente funcionales” nos referimos a organoides equipados con todas las herramientas que necesitan, incluso un pequeño casco para cubrirlos. Todo un orgullo para la ingeniería genética.

Pero, ¿qué son exactamente los minicerebros?

Los microcerebros son una versión simplificada de una parte de nuestra mente. Sin embargo su nombre es bastante engañoso, pues no son realmente “cerebros”.

Siendo precisos, estos organoides son bolas de células humanas que imitan parte de la estructura y funcionalidad de nuestro cerebro.

En lugar de extraer una muestra neuronal, los científicos toman un pequeño trozo de piel del brazo para obtener las células madre y las células gliales que componen nuestro sistema nervioso. Lo que les permite más tarde reproducir ondas cerebrales e incluso modelar distintos tipos de patologías, como el cáncer, la enfermedad de Parkinson o el Alzheimer.

Si bien estos “minicerebros” son algo nuevo, la idea de crear copias de un órgano para estudiar in vitro no lo es tanto.

Los organoides se desarrollaron por primera vez hace más de una década, utilizando células madre pluripotenciales. Los investigadores hicieron riñones, pulmones e hígados a pequeña escala con el objetivo de estudiar su desarrollo.

Incluso modelaron unos pequeños cerebros, pero estos no eran muy prometedores pues ninguna herramienta disponible podía leer sus ondas neuronales.

Es por ello que, en esta ocasión, el equipo creó minicerebros con casquetes esféricos que sí pudieran medir los efectos de los distintos trastornos mentales.

Un minicerebro con casco para los trastornos mentales

Inspirándose en los casquetes de electrodos que se usan para detectar tumores cerebrales, el equipo creó cascos diminutos de EEG. Esto a partir de folletos de polímeros autoplegables.

Estas microcápsulas envuelven en su totalidad al organoide por lo que pueden grabar y escuchar la comunicación eléctrica espontánea que ocurre en sus “neuronas”. E incluso pueden crear modelos 3D para visualizar las regiones que se activan durante las pruebas con drogas.

“Si grabas desde un plano, solo obtienes grabaciones desde la parte inferior de una esfera. Sin embargo, el organoide no es una esfera homogénea. Necesitamos un mapeo espacio-temporal de todo para ver cómo se comunica”.

Thomas Hartung, director en la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins

Así que estos minicerebros ofrecen información detallada de cualquier problema en el cerebro, ya sea creado por una enfermedad o por un trastorno mental.

Sus diseñadores esperan que el dispositivo conduzca a una mejor comprensión de las patologías, y de cómo las sustancias químicas potencialmente peligrosas afectan al cerebro. Pero de momento, no se ha hecho ningún experimento con estos nuevos minicerebros con casco.

Lo único que sabemos es que ingenieros y científicos tienen puestas todas sus esperanzas en estos pequeños órganos de laboratorio.

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