Una investigación liderada por la Universidad de Massachusetts Amherst ha descubierto que las aves migratorias inician sus vuelos intercontinentales sin escalas con un estímulo proteínico.
Los pájaros cantores, muchos de los cuales vuelan dos veces al año sin parar más de 1.000 kilómetros para ir de las zonas de cría a las de invernada, se alimentan quemando mucha grasa y una cantidad sorprendente de proteínas que forman la masa corporal magra, incluidos los músculos, al principio del vuelo.
Este sorprendente descubrimiento, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences y realizado con la ayuda de un túnel de viento y una bandada de pájaros, da un vuelco a la sabiduría convencional, que suponía que las aves migratorias sólo aumentaban el consumo de proteínas al final de sus viajes, porque necesitaban utilizar cada gramo de músculo para batir las alas, no como combustible.
«Las aves son animales asombrosos –afirma en un comunicado Cory Elowe, autor principal del artículo e investigador postdoctoral en biología de la UMass Amherst, donde se doctoró–. Son atletas de resistencia extrema; un ave que pesa medio gramo puede volar, sin parar, aleteando durante 100 horas seguidas, desde Canadá hasta Sudamérica. ¿Cómo es posible? ¿Cómo alimentan su vuelo?».
Durante mucho tiempo, los biólogos supusieron que las aves realizaban tales proezas de resistencia quemando sus reservas de grasa, y efectivamente, la grasa es una parte importante de la mezcla secreta de las aves migratorias.
«Las aves de nuestras pruebas quemaron grasa a un ritmo constante durante sus vuelos –explica Elowe–, pero también descubrimos que queman proteínas a un ritmo extremadamente alto al principio del vuelo, y que el ritmo al que queman proteínas disminuye a medida que aumenta la duración del vuelo».
«Se trata de un nuevo descubrimiento –asegura Alexander Gerson, profesor asociado de biología en UMass Amherst y autor principal del artículo–. Nadie había sido capaz de medir hasta este punto la quema de proteínas en las aves».
«Sabíamos que las aves quemaban proteínas, pero no a este ritmo y no tan pronto en sus vuelos –prosigue–. Es más, estos pequeños pájaros cantores pueden quemar el 20% de su masa muscular y luego recuperarla toda en cuestión de días».
Para lograr este avance, Elowe contó con la ayuda de los anilladores de aves del Observatorio de Aves de Long Point, en Ontario (Canadá), junto a la orilla norte del lago Erie. Cada otoño, millones de aves se reúnen cerca del observatorio en su viaje hacia sus lugares de invernada, incluida la curruca capirotada, un pequeño pájaro cantor que recorre miles de kilómetros durante su migración.
Tras capturar 20 currucas capirotadas y 44 currucas rabilargas, que migran distancias más cortas, con redes de niebla, Elowe y sus colegas transportaron las aves al Centro Avanzado de Investigación Aviar de la Western University, que cuenta con un túnel de viento especializado construido específicamente para observar aves en vuelo.
Elowe midió la grasa y la masa corporal magra de las aves antes del vuelo y, cuando se puso el sol, las dejó libres en el túnel de viento. Como las aves migran naturalmente de noche, Elowe y sus colegas permanecían despiertos –en un momento dado, durante 28 horas– para ver cuándo decidían descansar. En ese momento, los investigadores recogían el ave y volvían a medir su contenido de grasa y masa corporal magra, comparándolos con las mediciones previas al vuelo.
«Una de las mayores sorpresas fue que a todas las aves aún les quedaba mucha grasa cuando decidieron poner fin a su vuelo –recuerda Elowe–, pero sus músculos estaban demacrados. La proteína, no la grasa, parece ser un factor limitante a la hora de determinar lo lejos que pueden volar las aves».
Los investigadores aún no saben muy bien por qué las aves queman tan vastas reservas de proteínas tan pronto en sus viajes, pero las posibles respuestas abren un amplio abanico de futuras vías de investigación.
«¿Cómo es posible exactamente quemar los músculos y los órganos internos y luego reconstruirlos tan rápidamente como lo hacen estas aves? –se pregunta Gerson–. ¿Qué conocimientos sobre la evolución del metabolismo podrían aportar estas aves?».
Elowe siente curiosidad por el temblor: las aves no migratorias que pasan el invierno en zonas frías se mantienen calientes temblando que, según reconoce, «también es una proeza de resistencia».
Fuente: europapress.es
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